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12 2023

No sabemos lo que pueden las luchas

Marta Malo & Verónica Gago

Preámbulo

Muchas amanecimos el sábado 17 de diciembre con la noticia de la partida de Toni Negri. El primer impulso: escribir a las amigas, a las tantas con las que habíamos compartido el amor hacia este cattivo maestro que nos enseñó una y otra vez el coraje de pensar a contrapelo de la historia, a favor de la revuelta. En estos mensajes de ida y vuelta, que nos ayudaron a atravesar el golpe, a iniciar el trabajo de duelo, pero también en las rápidas publicaciones en redes sociales y periódicos, fue emergiendo la ancha geografía de amistades políticas que Toni cultivó, una multiplicidad intergeneracional y translocal que hoy se autoconvoca, junto a la centella-Toni, para desafiar, con él, la muerte.

Toni encarna para todas nosotras una tradición colectiva de pensamiento y acción, el operaismo italiano, pero también una presencia singular que nos sacudió cuando éramos muy jóvenes, que nos animó a un tipo de compromiso tanto en el pensamiento como en la acción y que no ha dejado de inspirarnos, entonces como hoy.

El texto que viene a continuación arrancó como aportación a la serie multisituada de conferencias que transversal.at organizó en homenaje a Toni Negri en su 90 cumpleaños[1]. La grabamos este mismo mes de junio, literalmente en un cruce de caminos, en la ciudad de Berlín: Verónica Gago, venida de Buenos Aires, y Marta Malo, venida de Madrid, sentadas a una mesa en la cocina de la querida Isabell Lorey. Hoy la transcribimos y reelaboramos: es nuestra manera de sumarnos al abrazo colectivo a Toni, de recordarle y recordarnos lo que aprendimos a su lado, lo que nos invita a pensar en la coyuntura presente.


1.- Nuestro encuentro con el cattivo maestro

Ambas conocimos a Toni en esa década que vio nacer a un nuevo movimiento global, en la estela de la insurrección zapatista, pocos años antes de las grandes manifestaciones contra la Cumbre del G8 en Génova y de la crisis y revuelta argentina de 2001.

Algunas estampas de este encuentro.

Madrid, 1988. Escudriño la biblioteca de mi madre, como tantas veces. Debo tener 13 o 14 años. Me topo con un ejemplar de una edición española de Dominio y sabotaje que mi padre y mi madre han comprado en 1979, cuando aún eran militantes comunistas. Lo sé porque la fecha sigue anotada en las primeras páginas del ejemplar. El título capta inmediatamente mi imaginación adolescente, pero no hay adultos a mi alrededor que me puedan guiar por aquellas páginas. No entiendo nada. Aún así, me lo guardo como talismán, una especie de tesoro secreto. Ocho años más tarde, el libro cobra una nueva dimensión. En el movimiento madrileño de los centros sociales okupados, conozco a Raúl Sánchez Cedillo y a Miquel Vidal, que traducen y editan pequeños volantes: hay textos del movimiento estudiantil La Pantera, otros escritos en el vasto archipiélago de centros sociales okupados, otros más teóricos, como Virtuosismo y revolución, de Paolo Virno, o una entrevista a Toni Negri sobre la “Primera crisis del postfordismo”. Los volantes tienen una maquetación mínima, son fotocopias grapadas que pasan de mano en mano y alimentan nuestros grupos de estudio. Circula también el libro de Toni con Félix Guattari, Las verdades nómadas, que Raúl acaba de publicar con Gakoa.

Al calor de esa aventura colectiva madrileña que es el Centro Social Okupado El Laboratorio, en espacios tan fríos como luminosos, tan polvorientos como vívidos, aprendemos italiano a la vez que cacharreamos con ordenadores y circuitos eléctricos, nos iniciamos en la traducción y edición de textos a la par que levantamos y tiramos muros, viajamos a Italia casi sin dinero e intercambiamos y aprendemos con tantos compañeros y compañeras. Más tarde, en el marco de la colección Cuestiones de Antagonismo, coordinada por Carlos Prieto, traduzco junto a Raúl Sánchez varios de los libros de Toni.

Son años de búsqueda, personal y colectiva, en las luchas. Demasiados compañeros mayores que nosotras están tocados por la derrota y nos dicen que "el tiempo se ha detenido", porque el capital ha devenido una sola y misma cosa con la realidad. En mi bullente juventud, algo dentro de mí se resiste a esta idea de una detención definitiva de la Historia. En los textos de Toni y luego en su persona, en esa viva curiosidad con la que nos recibe, se sienta a nuestro lado, nos interroga, trata de pensar junto a nosotros, encuentro otra lectura de aquellos años de invierno, de la derrota del movimiento obrero y, sobre todo, de la vitalidad de las luchas de décadas anteriores, una vitalidad que reclama, como luego leería en Benjamin, su poder sobre el presente.

De la mano de Toni, el largo 68 no es algo que añorar mientras heredamos las heridas y la tristeza de la derrota, sino astillas de tiempo que hay que convocar para abrir un tiempo-ahora revolucionario. Esto, que luego pude pensar más conceptualmente con muchos otros, aparece como una certeza en el encuentro con el cattivo maestro, en la forma de una experiencia subjetiva irreversible.

Buenos Aires, 1998. Mis primeras lecturas de textos de Toni Negri se dan en un espacio "entre" la universidad y la militancia, gracias a un profesor universitario llamado Marcelo Matellanes, que nos hizo leer el texto "Marx y el trabajo: el camino de la disutopía" (contenido en Verdades Nómadas e Intelecto General). Recuerdo no entender nada en la primera lectura, pero hay algo que atrapa mi atención: algo que presiento que hay que descifrar, diseccionar, aprender. Afortunadamente, aquella inquietud encuentra una vía de continuidad en la organización política en la que milito, donde también discutimos los textos de Toni dedicados a Spinoza. Todos los domingos, además, nos juntamos a leer el Poder Constituyente.

Un primer encuentro cara a cara con Toni Negri se produce en Roma, en octubre de 2000. Un grupo de jóvenes militantes de Argentina -Diego Sztulwark, Natalia Fontana y Mario Santucho- le entrevistamos. Estamos organizando un colectivo dedicado a la investigación militante y a repensar el legado de las luchas de los 70 para el nuevo período de resistencia que estamos viviendo. Susi Fantino, argentina exiliada en Italia desde los años 70 y familiar de uno de los miembros del colectivo, nos pone en contacto con Toni.

Esa conversación tiene un gran impacto para nosotros, por su presencia, su interés y su forma de escuchar y elaborar, su velocidad de respuesta, el análisis que nos devolvía y su manera de tener muy en cuenta lo que le transmitíamos. Más tarde incluimos esta conversación en el libro Contrapoder. Una introducción, que también difunde algunas de las hipótesis de la obra de Toni, en particular, de Imperio, en relación con los debates y lecturas de la crisis argentina de 2001 en tiempo real.

Recuerdo dos cosas en particular de aquel primer encuentro. Por un lado, el mono de la FIAT colgado en su apartamento del Trastevere, donde vivía junto a Judith Revel. Por otro, el hecho de que, después de la entrevista, tiene que prepararse para volver a la cárcel porque sigue pasando las noches allí. Nos interesó especialmente su noción de contrapoder para repensar términos clave como "política", "revolución" y "militancia".

Después de aquello, se suceden sus visitas a Argentina, llegando a convertirse en una figura importante del debate político local. Visitamos con él fábricas ocupadas, universidades y espacios políticos. Y, en cada ocasión, el encuentro con él es una oportunidad para mantener conversaciones, nuevas entrevistas y celebrar lo que me gustaría llamar una amistad política.

Su forma de pensar los cambios en el trabajo vivo en conversación con un país como el nuestro, del Tercer Mundo, es un contrapunto interesante en medio de un período de efervescencia política en Argentina y en la región latinoamericana.

Aprendo italiano para hacer un trabajo editorial con Tinta Limón y la obra de Toni y otros compañeros.

*    *    *

Toni no fue feminista, pero eso no impide que su pensamiento pueda ser un aliado de lo que hemos llamado la Internacional Feminista, ese vector translocal de luchas feministas entrelazadas en mutua resonancia. Hay que decir que, atípicamente para un hombre comunista de su generación, y a pesar de su evidente incomodo, siempre miró el feminismo con curiosidad y apertura. Entendió como pocos que este formaba parte de una mutación subjetiva irreversible, que no había léxico político a la altura de los tiempos que no lo incorporase como flecha de la revolución por venir. Sabemos, por eso, que acogería con gozo lo que vamos a probar ahora: utilizar algunos de sus conceptos más fértiles para pensar desde y a través de las rebeldías feministas, en una coyuntura que es de reacción patriarcal, guerra global y despojo neoliberal.


2.- Kairos como tiempo abierto por las luchas

Uno de los libros de Toni que ambas hemos leído con más cariño es el titulado Kairós, Alma Venus, Multitudo. Nueve lecciones impartidas a mí mismo. Toni lo escribe en Rebibbia, en su segunda estancia en la cárcel, tras los años de exilio en Francia. Manifestolibri lo publica en el año 2000, es decir, más o menos en la misma época de nuestros primeros encuentros con él[2].

En Kairos, Alma Venus, Multitudo, Toni concibe el kairos como ese instante en el que el ser se asoma al umbral del tiempo y, en un acontecimiento generativo que es encuentro con la alteridad, el nombre y la cosa se dan a la vez, simultáneamente, produciendo un nuevo ser común.

El kairós de Negri es una ruptura materialista con la concepción lineal y espacial del tiempo, con el tiempo como duración. Negri nos dice que, desde el punto de vista del kairós, no hay un antes y un después, sino solo lo eterno y el tiempo por venir (il porvenire). Lo eterno es el poder de la vida acumulada, la temporalidad irreversible e indestructible, el nombre común del ser que es. No es un antes, un tiempo pasado, es un consistir (simultáneo) en el lugar del kairós. El tiempo por venir, por su parte, tampoco es un después: es un horizonte de expresión de la adecuación entre el nombre y la cosa, entre el nombre común y la cosa nueva que constituye un nuevo ser común. Es en la lucha por la libre apropiación del presente, nos dice Toni, donde la vida se abre al tiempo-por-venir y el deseo percibe el poder creador de la praxis. Aquí el cuerpo es el "portador del kairós" porque sostiene esta relación entre lo eterno y lo por venir, en su desmesura.

Desde el punto de vista del kairós tal y como Toni lo concibe es posible pensar un feminismo materialista que no esencialice ninguna identidad femenina, que sea consciente de hasta qué punto el “sujeto del feminismo” es un sujeto en devenir. Y esto porque, en el kairòs negriano que hacemos nuestro, el cuerpo (que nunca es EL cuerpo abstracto, sino un cuerpo singular), aparece, desde luego, inmerso en el campo materialista, es decir, como materia hecha de capas de sedimentos históricos; pero, y he aquí el matiz relevante por sus consecuencias revolucionarias, ese mismo cuerpo, cargado de historia, está a la vez abierto a la innovación, al acontecimiento generativo en el umbral del tiempo, a ese punto donde puede devenir otro, en una mutación que es del nombre y de la carne, de la palabra y de la materia corpórea, simultáneamente. Esta concepción del cuerpo a través del kairós, geológica a la par que metereológica, eterna al tiempo que orientada a lo porvenir, insta a una praxis que no toma el cuerpo como un dato inerte, dado de una vez por todas, sino que es, justamente, producción corpórea, producción de cuerpos, en el borde del tiempo, en el inquieto ondular del ser. Dicho de otra manera: la praxis revolucionaria parte de lo que hay a la vez que lo produce de otro modo; esto es, genera mutaciones que son ontológicas e irreversibles.

Las luchas feministas recientes, gracias a su radicalidad y a su masividad, a su capilaridad y a su transversalidad, se han demostrado capaces de abrir el tiempo del kairòs: vida abierta a un tiempo-por-venir. Esto significa que han sido capaces de producir corporeidades colectivas en devenir y es justamente eso lo que las ha hecho tan poderosas e imprevistas. No son una re-emergencia de los movimiento de mujeres, sino que, entrelazándose con genealogías feministas disímiles, portan un deseo radical de cambiarlo todo, también eso mismo que se llama feminismo. La praxis feminista hoy incide en este cuerpo que somos y lo hace de manera irreversible.


3.- Un pensamiento en / con las luchas

Lo hemos dicho ya al hablar de nuestro encuentro con el cattivo maestro: lo que más nos impresiona de Toni es el tipo de intelectual que encarna. Ambas recordamos el impacto que produjo en nosotras ese anudamiento preciso entre pensamiento y acción que encontramos en él y en muchos de los compañeros y compañeras del operaismo italiano. Nos referimos en particular a la práctica de la inchiesta operaia (encuesta obrera), a los grupos de estudio en las fábricas, con estudiantes y obrerxs, a la convicción de que las luchas eran el criterio para verificar cualquier análisis teórico y a la determinación de pensar no sobre las luchas sino desde y para las luchas.

Hay aquí una tensión que es ética, donde el saber se produce haciendo y viceversa, en su exposición al acontecimiento común, es decir, a las luchas; a esas nociones comunes que emanan de las luchas y que se inscriben en nuestros cuerpos como punto de irreversibilidad ontológica. A partir de aquí, escribir, hablar, pensar con otras, no es algo que tenga que ver con la autoría individual sino con un hacer-máquina con las luchas, con crear ensamblajes de haceres teórico-prácticos.

Algo de este pensamiento que se hace-máquina o, mejor dicho, que se hace cuerpo con las luchas, está presente en el movimiento feminista hoy, dentro de lo que podríamos llamar un deseo de teoría: esto es, una necesidad vital, orgánica, de producir conceptos, de encontrar palabras, de ensayar formas de narrar lo que sucede. Creemos que hay aquí una diferencia radical del movimiento feminista con respecto a otros movimientos sociales que, a menudo, repiten el gesto anti-intelectual como garantía de la autenticidad de la experiencia.

En el movimiento feminista podemos constatar una proliferación de eslóganes, canciones, fanzines, grupos de lectura, libros y periódicos. Hay una enorme cantidad de debates, encuentros, seminarios, espacios de autoformación, cambios en los planes de estudio universitarios, etc. Todo esto forma parte de un deseo teórico-político que implica una disputa específica: hacer que el grito y la noción no sean elementos completamente separados –cuando gritamos en las calles, estamos de alguna manera creando y dando vida a nociones comunes; cuando elaboramos teóricamente conceptos, nutrimos un cuerpo común.


4.- Autonomía como autovalorización

Es probablemente en Dominio y sabotaje donde la noción de autonomía de Toni se expresa con mayor vigor, quizá porque está escrito al calor del 77 italiano, donde el movimiento obrero autónomo alcanza sus máximas cotas de radicalidad y expansión. El librito se traduce al español en 1979, pero se agota. Más tarde se incluye en una recopilación titulada "Los libros de la autonomía obrera", que reúne todos los libros por los que Toni es juzgado en 1979 acusado de instigación al terrorismo. En este texto y en el pensamiento posterior de Toni, la autonomía no se entiende como un espacio de separación del Estado, sino como una práctica obrera de autovalorización, como un ejercicio de corte, dentro y contra, que inaugura un nosotrxs, que se produce una y otra vez y, al mismo tiempo, produce un mundo otro. Este ejercicio de corte, dentro y contra, es el sabotaje.

Tal y como afirma Toni en Dominio y sabotaje, "En la sociedad del capital, la autovalorización de los trabajadores significa la posibilidad de no trabajar duro, de vivir mejor, de garantizarse un salario: cuanto mayor sea la apropiación de las fuerzas productivas por parte de los trabajadores, mayor será esta posibilidad". Aquí, el avance del proceso revolucionario, es decir, del proceso de autovalorización, se mide por "el aumento del trabajo socialmente útil dedicado a la libre reproducción de la sociedad proletaria" o, dicho de otro modo, "por la calidad de nuestra vida y de nuestra liberación".

Esta idea de autovalorización que sucede dentro y contra, a través de prácticas de corte, de sabotaje, es muy útil para pensar la autonomía feminista: el feminismo autónomo, desde esta perspectiva, no es tanto aquel que sostiene una exterioridad respecto al Estado o una independencia respecto al mundo masculino. Tampoco es una identidad ni una ideología. La autonomía feminista consiste más bien en esa práctica de corte respecto a las lógicas patriarcales, masculinistas, estatistas y capitalistas, que afirma otro mundo, ese mundo en el que somos para nosotras mismas: "Estamos para nosotras", como se escribe en las paredes de Buenos Aires durante la huelga feminista de 2019.

Si en el movimiento obrero de los años 60 y 70 esta práctica de corte era el sabotaje, en el feminismo es la huelga feminista, entendida como una interrupción que va más allá del lugar de trabajo y se despliega en las casas, en las plazas, en las camas, en las oficinas, en los mercados: en todas partes. Hay aquí una posibilidad de actualizar el debate sobre la composición de clase desde una perspectiva ya presente en los años 70 pero ahora revitalizada: la del trabajo reproductivo y las formas en que, en el Sur del Mundo (también en ese Sur que está en los intersticios del Norte), éste se superpone con las formas informalizadas y precarizadas de trabajo. La huelga feminista incide ahí, interrumpiendo los circuitos de violencia, explotación y despojo, para poner en el centro el “vivir sabroso” de lxs muchxs.


5.- El método de la tendencia

Con la trayectoria y con los escritos de Toni aprendimos pues un método de análisis: que la composición del trabajo toma diferentes formas históricas que configuran la posibilidad de rechazar la síntesis del capital a través de la práctica política del sabotaje y que la difusión miscroscópica del comportamiento rebelde se coagula como subjetividad colectiva modificando lo que se desea, lo que se cree posible e incluso reinventando los cuerpos proletarios. La materialidad de esa tesis que sostiene la autonomía de la fuerza de trabajo, su capacidad de autonomizarse del mando del capital, difunde la fórmula de que el trabajo, la fuerza de trabajo como fuerza creadora de vida, viene primero y la lógica del capital (como decía Marx) ajustando la metáfora del vampiro, viene detrás.

Esto no conduce necesariamente al triunfalismo, no reivindica la victoria a priori, pero reconoce la preeminencia irreductible de las luchas, incluso en los momentos más agresivos y expropiadores del devenir financiero del capitalismo. Al final de su crónica autobiográfica Historia de un comunista, Toni describe el mundo de su infancia, donde el patriarcado, la explotación capitalista y la soberanía de la nación impregnaban las vidas y las cabezas de las personas, donde el fascismo se imponía, el agobio de vivir dominaba cualquier otra pasión y la dura disciplina obligaba a las almas a la insensibilidad ante el dolor. Y, a continuación, se pregunta: ¿el mundo actual ha vuelto a ser así? Se intuye la respuesta implícita: tal vez sí. Parecería que la conclusión debería ser, entonces, el nihilismo, la claudicación. Sin embargo, desde la convicción de una preeminencia de las luchas y de la potencia de autonomía del trabajo vivo, Toni nos invita justamente a utilizar la inteligencia colectiva para agujerear toda tentación nihilista, rastreando los hilos subterráneos de las luchas, leyendo los vectores colectivos que dibujan, las dinámicas de autovaloración. Se trata, pues, de invertir la fórmula gramsciana, encontrando el camino para activar un optimismo de la razón contra los embates que barrenan nuestra voluntad y avivar, así, el deseo de cambiarlo todo. Donde Spinoza escribe “no sabemos lo que puede un cuerpo”, Toni agrega “no sabemos lo que pueden las luchas”. Por eso, una y otra vez, retomamos los desafíos, nos aventuramos, lo intentamos todo.

Querido Toni, extrañamente, en medio del dolor de este mundo sacudido por la guerra y la desposesión generalizadas, en medio del duelo por el adiós de tu carne, evocar lo que aprendimos a tu lado nos dibuja una sonrisa. Verdaderamente, pensar contigo es pensar contra el miedo y la desesperanza, es, inmediatamente, activar el compromiso y la imaginación.

 

 

[1] Los audios de la serie completa pueden escucharse en inglés en la página de transversal.at: https://transversal.at/blog/irrepressible-lightness-and-joy-of-being-communist

[2] La traducción al castellano de este pequeño libro está incluida en el volumen Fábricas del sujeto / ontologías de la subversión, Madrid, 2006.